Historia del Bonsái
Antecedentes históricos del bonsái
La historia del bonsai se pierde en los anales del tiempo, no estando claro su inicio. Existen múltiples referencias sobre sus comienzos. Hay evidencias de que ya por el año 2000 a. de C., los chinos cultivaban plantas en recipientes como parte de su jardinería habitual. Fue, junto con Egipto y Persia, una de las primeras civilizaciones en buscar tiempo para practicar la jardinería, pudiendo encontrar el rastro de los primeros jardines chinos durante la dinastía Chang (VI-VII a. de C.) No es difícil imaginar un antiguo jardín chino lleno de plantas como camelias, azaleas, rododendros, rosas, begonias, etc, todas naturales de China y traídas a Europa por botánicos del los siglos VIII y IX. Se han escrito volúmenes de horticultura en todas las épocas. Es en estos escritos en los que se aprende como se trasplantan árboles de tamaño natural en épocas tan antiguas como el año 500 a. de C, y el uso del acodo aéreo como método de propagación.
El jardín chino, al igual que en otras civilizaciones, tiene su origen en los jardines imperiales. La jardinería pudo desarrollarse sólo bajo la tutela real. Escritos históricos chinos registran detalles de muchos jardines de los jardines imperiales, que a menudo cubrían áreas tan grandes como algunas de las mayores ciudades del mundo modero. Estos jardines incluían colinas, montañas y grandes lagos artificiales. Para los emperadores era una forma de representar su esplendor y poder. Los diseñaban tratando de simbolizar zonas existentes en su reino. Las «Sek-San» (montañas de roca) que los chinos hacen aun hoy, son reliquias de la antigua tradición.
Los orígenes chinos.
La primera mención del arte del bonsai se remonta a la época de los Ts’ing (249-206 a. de C.) donde aparece por primera vez el termino Pun-sai, que tiene el mismo signo de escritura que el japonés bonsai, que significa «árbol sin paisaje en cuenco». Posteriormente y de la dinastía Han (anteriores al 206 a. de .C. – 8 d. de C. y posteriores al 25-220 d. de C., ambos periodos separados por la breve usurpación de Wang-mang), se tiene noticias de los Punching, que significa «árbol con paisaje en maceta o bandeja». Actualmente muchos maestros chinos se refieren a las dos formas de bonsai con el concepto de Pen-jing.
Los testimonios pictóricos mas antiguos de la existencia de los bonsais en China fueron descubiertos por los arqueólogos en el año 1971 en la tumba del príncipe Zhang Huai, segundo hijo del emperador de los Tang Wu Zetian, perteneciente a la dinastía Tang (618-907) y que murió en el año 715 en la provincia de Xian. Dos pajes pintados en las paredes de la tumba sostienen, uno de ellos un paisaje en miniatura con rocas y plantas, y otro aparece con una maceta con forma de flor de loto, que contiene un árbol con hojas verdes y frutos rojos.
En la dinastía Song (960-1280), los anales hacen referencia a un hombre que sabia crear en una sola maceta una impresión de inmensidad en un pequeño espacio. En esta época, numerosas pinturas chinas representan árboles miniaturizados naturalmente por los elementos y plantados luego en macetas decorativas. Pero no fue hasta el siglo XII, bajo los Song del Sur, que apareció, poco a poco, a fuerza de trabajos y modificaciones, el bonsai que conocemos hoy en día. Por aquel entonces se trataba de un arte reservado a la nobleza para su esparcimiento. Bajo la dinastía de los Yuan (1280-1368), ministros y mercaderes japoneses solían regresar de sus viajes por China con bonsais como regalos de cortesía. Se sabe que Chu-shunsui, funcionario chino, huyo de la dominación manchú al Japón, llevando consigo diversos textos sobre este arte. Luego, los MIng (1368-1644) dieron gran importancia a la maceta decorada.
Bajo la dinastía de los T’sing (1644-1912), el Pun-sai ya no es una ocupación exclusiva de la nobleza, sino que resulta accesible para todos.
La introducción en Japón.
La historia del bonsai en Japón no abarca un periodo tan dilatado. El primer registro auténticamente japonés de bonsai aparece en 1309, en una pintura sobre pergamino de Takakane Takashina, conocido como Kasugagongenki. Otros registros escritos o pintados de fecha similar indican que el bonsai era conocido y apreciado por la aristocracia durante el periodo Kamamura (1180-1333), cuando se colocaban cerca de las casas o en las terrazas árboles que crecían en recipientes de cerámica especiales. El tratamiento o formación de árboles mayores también se practicaba en este tiempo, coincidiendo con un considerable y creciente interés en la arquitectura de los jardines. Sin embargo, el bonsai llegaría a ser más conocido durante los dos siglos y medio del periodo Muromachi (1338-1573). Una conocida pieza de teatro Noh, Hachi-no-ki (Árboles en macetas), escrita por Semai (1363-1444), se basa en la significación de tres bonsais, un pino, un cerezo y un albaricoquero, para su dueño, Tsuneyo, un samurai arruinado que en una helada noche de invierno de 1383 tuvo que sacrificar sus últimos tres bonsais para hacer fuego y así calentar la casa, ante la visita de un inesperado huésped. Este, aparentemente un sacerdote, resulto ser en realidad el antiguo Regente del Shogunato Kamakura, Hojo Tokiyori.
El periodo Tokugawa (1600-1868) fue una época de paz bajo un gobierno feudal. El desarrollo de las artes se convirtió en una importante preocupación, y hacia el final del periodo tanto el bonsai como otras técnicas japonesas de horticultura llegaron a altos niveles de perfeccionamiento. Se realizaron grandes avances en el desarrollo de plantas ornamentales de jardín y también en las técnicas asociadas con la jardinería y la arquitectura de jardines.
Esto ocurrió durante la tercera generación de Tokugawa, en gran parte debido a la afición del general Iemitsu, Shogun por aquel entonces. Después, la moda se popularizó llegando hasta el pueblo, a la gente normal, a través de los comerciantes y señores feudales. Lo fundamental en la afición al bonsai de aquellos días era coleccionar árboles y plantas raras que no existían en la naturaleza. La moda mandaba tener plantas con manchas en las hojas, flores raras, etc. y, pasado un tiempo el entusiasmo sucedió a la especulación. Por ejemplo, una variedad de planta que se llama siempreverde o la orquídea alcanzaron en una subasta el precio de 500 rio (moneda anterior al yen), y por lo tanto el gobierno decretó una ley prohibiendo estas subastas; pero fue ineficaz ya que sólo duró un corto periodo de tiempo. En especial, el bonsai se benefició del gran interés en la escuela del Sur y del desarrollo del estilo literato.
Durante un tiempo, los árboles grotescamente distorsionados fueron considerados como buenos bonsais, pero esta tendencia, afortunadamente, duró poco tiempo. En la actualidad aun viven unos bonsais de pino que fueron del general Iemitsu y su forma es muy distinta a la que se usa ahora. Tienen muchas curvas por lo que hoy se diría que están modelados en estilo pulpo.
En 1867 cae el gobierno feudal y Japón entra en el mundo moderno. La cultura del bonsai fue introduciéndose poco a poco en todas las clases sociales, siendo las clases populares las ultimas en dedicarse a ello. En la actualidad, el bonsai esta extendido por todo el país.
En Japón ha tenido lugar el proceso de codificación de los diversos estilos y clases. Y fue también en Japón donde se reconoció en el año 1935, el cultivo del bonsai como arte. En definitiva, independientemente de su país de origen, solo en Japón se ha asistido al desarrollo de los cánones estilísticos y estéticos que han transformado simples plantas de maceta en obras maestras de perfección y armonía.
El bonsai llega a occidente.
El bonsai apareció en Europa durante el siglo XIX, debido a los viajeros que descubrieron Oriente. Se publicaron divertidos cuadernos que trataban del arte del bonsai como mucha ingenuidad y poesía. Sus títulos decían: «Los árboles japoneses», «Ensayo sobre horticultura japonesa», «El jardín japonés», etc, pero esto cayó en el olvido. Después de la Primera Guerra Mundial se volvieron a descubrir, apareciendo tratados serios sobre los procedimientos empleados por los japoneses para obtener árboles enanos.
Las primeras apariciones documentadas de bonsais en Occidente fueron debidas a los japoneses, presentando en 1878 con motivo de la III Exposición Universal de París y en las posteriores de 1889 y 1900 colecciones de bonsais.
Tanto en Francia como en Inglaterra se despierta el interés por este nuevo arte para los occidentales, emitiéndose hipótesis que resultan coincidir con la realidad. En 1889, J. Vallot escribe un tratado en el Boletín de la Sociedad Botánica de Francia sobre «las cusas fisiológicas que conducen al achicamiento de los árboles en los cultivos japoneses.
Durante esta misma época se importaron bonsais a Inglaterra, siendo presentados en la exposición de Londres de 1909. Se tienen pruebas de las relaciones mantenidas con un maestro japonés y se cuenta también que el rey Eduardo VII poseía una colección de bonsais de la que se ocupaba personalmente, aunque se ha perdido toda huella de estos primeros ejemplares.
Entre las dos guerras, el florista parisino Andre Baumann importó a París varios ejemplares para satisfacer la petición de algunas personas interesadas en la cultura Oriental. El Japón volvió a estar de moda.
Actualmente, en todos los países se conocen los bonsais, se crean asociaciones y clubes en los que se reúnen los aficionados y especialistas del bonsai, tratando de adaptar las especies propias de cada país al arte del bonsai.